Dios no hizo sólo un Adán y una Eva. Cualquier persona entiende que no tendría el mínimo sentido haber creado imperialmente un universo y contenerse después con poblar un insignificante planeta calentado por un insignificante sol de una insignificante galaxia. Dios tenía mucho y más grandes proyectos de futuro. Hay que reconocer que la idea inicial era atractiva: poner en funcionamiento un universo animado por el movimiento continuo en el que vivirían los animales simpáticos, bípedos, de agradable presencia en su conjunto, respetuosos tanto de lo propio como de lo ajeno y trabajando en buena armonía para la felicidad común.
Todos los planetas recibieron su Eva y su Adán, su primer padre y su primera madre, en todos, de acuerdo con el plan de la creación, hubo pecado original, y en pocos siglos hallamos constituida la humanidad que Dios había querido. Desgraciadamente no como el la quiso. Tras algún tiempo el mal comportamiento de la especie había alcanzado tales extremos que el creador consideró que lo más prudente sería reunirla en un único planeta antes de que la infección generara raíces y acabase por dañar todo el universo. Como las cosas no mejoraron, a Dios todavía se le ocurrió un día echarnos encima un diluvio, al que impropiamente llamamos universal, pero, dado que la mala hierba nunca muere, la especie humana no sólo prosperó en las diversas artes y oficios de siempre.
Actualmente, Dios se limita a mantenernos bajo estrecha vigilancia (hay quien dice que los platillos voladores los envía él) y está, según fortísimos indicios, decidido a impedirnos que pongamos los pies fuera del planeta, (ya que ni siquiera tenemos los pies sobre la tierra). Todavía consintió que fuésemos de paseo hasta la luna, en la observancia de los mayoritarios comportamientos humanos “lunáticos”, pero fue porque creyó ingenuamente que si éramos capaces de llegar allí, también seríamos capaces de acabar de una vez por todas con el hambre y la miseria en el mundo, esperanza que, siendo la situación la que es ahora, sólo puede tenerla un Dios realmente muy desanimado…
Quizá no sea inútil recordar al lector que este Dios, para mí, no es más que un interesante personaje de ficción, y como tal lo convocaré con frecuencia para que se instale en las prosas. Pero debo confesar que algunas veces, a lo largo de mi vida, he sentido la falta de su presencia real y de su intervención efectiva. No en aquella versión compasiva, amorosa, perdona-pecados que Jesucristo inauguro y que el más hipócrita de los sentimentalismos de sacristía prolonga hasta hoy, sino en la figura de la indignación y de la rebelión, ya que nosotros la hemos perdido, si es que alguna vez la tuvimos en la medida justa y necesaria, incapaces de indignarnos y rebelarnos, siempre tendríamos un Dios que nos obligara a encarar de frente y a responder por nuestras ofensas, no a él, sino a la idea de humanidad de que, con mejores o peores resultados, se alimentan las filosofías y las religiones.
Maria Fernanda Sagbini Sará.
viernes, 20 de agosto de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
De espíritus estrechamente unidos
Cuando fue que surgierón en mi vida los más sabios de los genios benèficos, en la persona de cada uno de ustedes?.
Hace cerca de cinco años que los conozco. Pertenecemos al mismo medio, tenemos casí la misma edad. Los he visto vivir una existencia tan forzada como la mía y quizás más desprovista de porvenir.
Me han sostenido, sin parecer darse cuenta de que lo hacen, en momentos difíciles. Su presencia se me hace indispensable durante mis peligrosos días misántropos, tal como se me hace indispensable su estima, que conservaré hasta la muerte.
Me acostumbré a cada una de sus figuras, me habité a sus silencios,a sus palabras mesuradas que siempre valen por una respuesta, las más claras posibles. No estamos de acuerdo en casi todo . Algunas veces no soy prudentemente desconfiada,lo se, porque saben que pronto acepto todo de un amigo.
Pero la amistad es una elección en la que me comprometo por entero, más que entregarme al amor. Y lo saben.
Ustedes me concocen mejor que nadie, los dejo ver lo que siempre disimulo cuidadosamente ante otros -por ejemplo, ciertas secretas cobardías-. Quiero creer que por su parte, no me ocultan nada.
Nuestro entendimiento no requiere de confesiones, retinicencias ni explicaciones: los hechos bastan por si mismos. Ustedes lo observaràn mejor que yo, jamás se les ocurre como a mi vacilar demasiado o decidirse prematuramente. Les basta una ojeada para descubrir mis más ocultos enemigos; valoran más a mis partidarios con una prudente frialdad.
A decir verdad, somos complices, y el oído más aguzado apenas podrá reconocer entre nosotros los signos de un acuerdo secreto. Su lealtad no me insipira la menor duda.
Me exijo a mi misma, por mi propio bien, una larga vida a su lado.
Hace cerca de cinco años que los conozco. Pertenecemos al mismo medio, tenemos casí la misma edad. Los he visto vivir una existencia tan forzada como la mía y quizás más desprovista de porvenir.
Me han sostenido, sin parecer darse cuenta de que lo hacen, en momentos difíciles. Su presencia se me hace indispensable durante mis peligrosos días misántropos, tal como se me hace indispensable su estima, que conservaré hasta la muerte.
Me acostumbré a cada una de sus figuras, me habité a sus silencios,a sus palabras mesuradas que siempre valen por una respuesta, las más claras posibles. No estamos de acuerdo en casi todo . Algunas veces no soy prudentemente desconfiada,lo se, porque saben que pronto acepto todo de un amigo.
Pero la amistad es una elección en la que me comprometo por entero, más que entregarme al amor. Y lo saben.
Ustedes me concocen mejor que nadie, los dejo ver lo que siempre disimulo cuidadosamente ante otros -por ejemplo, ciertas secretas cobardías-. Quiero creer que por su parte, no me ocultan nada.
Nuestro entendimiento no requiere de confesiones, retinicencias ni explicaciones: los hechos bastan por si mismos. Ustedes lo observaràn mejor que yo, jamás se les ocurre como a mi vacilar demasiado o decidirse prematuramente. Les basta una ojeada para descubrir mis más ocultos enemigos; valoran más a mis partidarios con una prudente frialdad.
A decir verdad, somos complices, y el oído más aguzado apenas podrá reconocer entre nosotros los signos de un acuerdo secreto. Su lealtad no me insipira la menor duda.
Me exijo a mi misma, por mi propio bien, una larga vida a su lado.
martes, 27 de abril de 2010
De anacronismos
Me entristece la dificultad cada vez mayor que las costumbres de hoy manifiestan cuando quieren entender las costumbres de ayer.
Por mi parte, mi mente en lugar de reconocer mi cuerpo como uno y entero en la sucesión de los instantes, lo encuentra repartido a lo largo de la duración de aquellos días de antaño, de la duración psicológica o subjetiva (que no es la misma que la matemática o real vivida actualmente). Le quitó las baterías al reloj con la esperanza de que aquel palito que persigue el tiempo se detenga, pero acabo comprendiendo que un reloj dañado tiene también su destino: da la hora con exactitud dos veces cada 24 horas de la duración matemática y real de un día.
Lastimosamente si un reloj comienza a retrasarse o se detiene, no es por defecto del tiempo, sino de la máquina, y por tanto yo debo tener la cuerda averiada. No siendo el desajuste (por lo que sé) en la máquina del tiempo real, sino en la máquina psicológica que me mide, lo que tendría que hacer es procurarme un psicólogo que me reparase la ruedecilla.
La memoria es susceptible y no le gusta ser pillada en falta, odio cuando se tiende a rellenar olvidos del pasado con creaciones o realidades propias, obviamente espurias, pero más o menos contiguas a los hechos de cuyo acontecer sólo les quedaba un recuerdo vago, como lo que resta del paso de la sombra, o dar razones por lo que se hace o se deja de hacer es de lo más fácil, cuando reparamos en que no las tenemos o no tenemos las suficientes, tratamos de inventarlas. Pero ¿Qué queda de la vida, cuando uno no la recuerda? Nada. Hay muchos pedazos de nuestra vida que ya no son nada, simplemente porque ya no las recordamos. Todo lo que no se recuerda a desaparecido para siempre.
Nadie podrá regresar al pasado para hacer mudanza de una tradición que nació del tiempo y que por el tiempo fue alimentada y sostenida. Nadie podrá decirme que cuanto existe no ha existido, nadie osará desear, como si de un niño se tratase, que lo que ha acontecido no hubiera acontecido. Y si lo hicieran estarían dilapidando su propio tiempo. El pasado es el muro contra el cual nos ha sido posible defender, hasta el día de hoy, la identidad de la humanidad, así deberemos continuar.
Y así continuaríamos si nuevas reflexiones no nos indicarán la necesidad de nuevos caminos a seguir.
Por mi parte, mi mente en lugar de reconocer mi cuerpo como uno y entero en la sucesión de los instantes, lo encuentra repartido a lo largo de la duración de aquellos días de antaño, de la duración psicológica o subjetiva (que no es la misma que la matemática o real vivida actualmente). Le quitó las baterías al reloj con la esperanza de que aquel palito que persigue el tiempo se detenga, pero acabo comprendiendo que un reloj dañado tiene también su destino: da la hora con exactitud dos veces cada 24 horas de la duración matemática y real de un día.
Lastimosamente si un reloj comienza a retrasarse o se detiene, no es por defecto del tiempo, sino de la máquina, y por tanto yo debo tener la cuerda averiada. No siendo el desajuste (por lo que sé) en la máquina del tiempo real, sino en la máquina psicológica que me mide, lo que tendría que hacer es procurarme un psicólogo que me reparase la ruedecilla.
La memoria es susceptible y no le gusta ser pillada en falta, odio cuando se tiende a rellenar olvidos del pasado con creaciones o realidades propias, obviamente espurias, pero más o menos contiguas a los hechos de cuyo acontecer sólo les quedaba un recuerdo vago, como lo que resta del paso de la sombra, o dar razones por lo que se hace o se deja de hacer es de lo más fácil, cuando reparamos en que no las tenemos o no tenemos las suficientes, tratamos de inventarlas. Pero ¿Qué queda de la vida, cuando uno no la recuerda? Nada. Hay muchos pedazos de nuestra vida que ya no son nada, simplemente porque ya no las recordamos. Todo lo que no se recuerda a desaparecido para siempre.
Nadie podrá regresar al pasado para hacer mudanza de una tradición que nació del tiempo y que por el tiempo fue alimentada y sostenida. Nadie podrá decirme que cuanto existe no ha existido, nadie osará desear, como si de un niño se tratase, que lo que ha acontecido no hubiera acontecido. Y si lo hicieran estarían dilapidando su propio tiempo. El pasado es el muro contra el cual nos ha sido posible defender, hasta el día de hoy, la identidad de la humanidad, así deberemos continuar.
Y así continuaríamos si nuevas reflexiones no nos indicarán la necesidad de nuevos caminos a seguir.
martes, 20 de abril de 2010
UN DERECHO QUE RESPETE, UNA JUSTICIA QUE CUMPLA.
Ojala no entre nunca en la sublime cabeza de Dios la idea de venir algún día a estos lugares para certificar que las personas que por aquí mal viven, (y peor mueren), cumplen de modo satisfactorio el castigo que él mismo impuso, en el comienzo del mundo, a nuestro primer padre y nuestra primera madre, cuando, por la simple y honesta curiosidad de conocer la razón por la que habían sido hechos, fueron sentenciados, ella, a parir con esfuerzo y dolor, él a ganar el pan de la familia con el sudor de su rostro, siendo su destino final la misma tierra de donde, por capricho divino, habían sido sacados, polvo que fue polvo, y polvo tornará a ser. De los dos criminales, digámoslo ya, quien tuvo que soportar la carga peor fue ella y las que después de ella vinieron, pues teniendo que sufrir y sudar tanto para parir, conforme determinó la siempre misericordiosa voluntad de Dios, tuvieron también que sudar y sufrir trabajando al lado de sus hombres, tuvieron también que esforzarse lo mismo o más que ellos, que la vida, durante muchos milenios, no estaba para que la señora se quedara en casa, de brazos cruzados, cual reina de la abeja, sin otra obligación que desovar de vez en cuando, no se vaya a quedar el mundo desierto y luego Dios no tenga en quien mandar.
Pero si el dicho Dios, haciendo caso omiso de recomendaciones y consejos, persistiese en el propósito de venir hasta aquí, sin duda acabaría reconociendo que, finalmente, de poco vale ser un Dios, cuando, a pesar de los famosos atributos de omnisciencia y omnipotencia mil veces exaltados en todas las lenguas y dialectos, fueron cometidos, en el proyecto de la creación de la humanidad, tantos y tan groseros errores de previsión, como aquél, a todas luces imperdonable, de dotar a las personas de glándulas sudoríparas, para después negarles el trabajo que les haría funcionar ( a las glándulas y a las personas, claro está). Ante esto, cabe preguntar si no habría merecido más premio que castigo purísima inocencia que empujó a nuestra primera madre y a nuestro primero padre a probar del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. La verdad, digan lo que digan las autoridades, tanto las teológicas como las otras, civiles y militares, es que, hablando claramente y con la cara frente al sol, no llegaron a comerlo, apenas lo mordieron, por eso nosotros estamos como estamos, sabiendo tanto del mal, y del bien tan poco.
Avergonzarse y arrepentirse de los errores cometidos es gesto que se espera de cualquier persona bien nacida y de sólida formación moral, y Dios, que indiscutiblemente nació de sí mismo, está claro que nació de lo mejor que había en su tiempo. Por estas razones, las de origen y las adquiridas, después de haber visto y comprendido lo que pasa por aquí, no tuvo más remedio que clamar mea culpa, mea máxima culpa, y reconocer las exorbitantes dimensiones de su error. Es cierto que, y para que esto no se considere un continuo mal hablar del creador, existe (subsiste) el hecho (incontestable) que, cuando Dios decidió expulsar del paraíso terrenal, por desobediencia, a nuestra primera madre y nuestro primer padre, ellos a pesar de su falta imprudente, iban a tener toda la tierra a su disposición, para que en ella sudaran y trabajaran según quisieran. Sin embargo, y por desgracia lastimosamente, otro error en las previsiones divinas no tardó en manifestarse, y ése mucho más grave que todo lo que hasta ahí venía sucediendo.
Fue el caso que estando ya la tierra poblada de hijos, hijos de hijos e hijos de nietos de nuestra primera madre y de nuestro primer padre, unos cuantos de ésos, olvidados de que, por ser la muerte de todos, la vida también debería serlo, se pusieron a trazar líneas en el suelo, a clavar unas estacas, a levantar unos muros de piedra, después de anunciar que, a partir de ese momento, estaba prohibida (palabra nueva) la entrada en los terrenos que así quedaron delimitados, bajo pena de un castigo, que según los tiempos y costumbres, podría ser de muerte o de prisión, o de multa, o nuevamente de muerte. Sin que hasta hoy se haya sabido porqué, y gente hay que afirma que estas responsabilidades no pueden ser cargadas a las espaldas de Dios, aquellos nuestros antiguos parientes que por allí andaban, habiendo presenciado la expoliación y escuchado el insólito aviso, no sólo no protestaron contra el abuso de transformar en particular lo que hasta entonces había sido de todos, sino que creyeron que era ése el irrefragable orden natural de las cosas el que por entonces se comenzaba a hablar. Decían ellos que si el cordero vino al mundo para ser comido por el lobo, (según se podía concluir de la simple verificación de los hechos de la vida pastoril), es porque la naturaleza quiere que haya siervos y haya señores, que éstos manden y aquellos obedezcan, y que todo lo que no sea así, será llamado subversión.
Puesto ante todo estos hombres reunidos, ante todas estas mujeres, ante todos estos niños (sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra, así les fue mandado), cuyo sudor no nacía del trabajo que no tenían, sino de la agonía insoportable de no tenerlo, Dios se arrepintió de los males que había hecho y permitido, hasta el punto de que, en un arrebato de contrición, quiso mudar su nombre por otro más humano. Hablando a la multitud, anunció: “A partir de hoy no me llamaréis justicia”. Y la multitud le respondió “Justicia ya tenemos y no nos atiende”. Dijo Dios: “Siendo así, tomaré el nombre de derecho”. Y la multitud volvió a responderle: “Derecho ya tenemos, y no nos conoce”. Y Dios respondió “En ese caso me quedaré con el nombre de Caridad, que es un nombre bonito”. Dijo la multitud: “No necesitamos caridad, lo que queremos es una justicia que se cumpla y un derecho que se respete”. Entonces Dios comprendió que nunca tuvo, verdaderamente, en el mundo que creía ser suyo, el lugar de majestad que había imaginado, que todo fue, finalmente, una ilusión, que también él había sido víctima de engaños, como aquellos de los que se estaban quejando las mujeres, los hombres y los niños y , humillado, se retiró a la eternidad. La penúltima imagen que vio fue la de los fusiles apuntados a la multitud, el penúltimo sonido estaba lleno de gritos y lágrimas.
Las estatuas de cristo de cualquier lugar, deberían desaparecer, se lo debió haber llevado Dios cuando se retiró a la eternidad, porque de nada ha servido colocarlo como imagen. Ahora, en su lugar, se debe instalar cuatro enormes paneles o panfletos vueltos hacía las cuatro direcciones de Colombia y del mundo, y todos, en grandes letras, diciendo lo mismo: UN DERECHO QUE RESPETE, UNA JUSTICIA QUE CUMPLA.
Maria Fernanda Guerrero Sará.
Pero si el dicho Dios, haciendo caso omiso de recomendaciones y consejos, persistiese en el propósito de venir hasta aquí, sin duda acabaría reconociendo que, finalmente, de poco vale ser un Dios, cuando, a pesar de los famosos atributos de omnisciencia y omnipotencia mil veces exaltados en todas las lenguas y dialectos, fueron cometidos, en el proyecto de la creación de la humanidad, tantos y tan groseros errores de previsión, como aquél, a todas luces imperdonable, de dotar a las personas de glándulas sudoríparas, para después negarles el trabajo que les haría funcionar ( a las glándulas y a las personas, claro está). Ante esto, cabe preguntar si no habría merecido más premio que castigo purísima inocencia que empujó a nuestra primera madre y a nuestro primero padre a probar del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. La verdad, digan lo que digan las autoridades, tanto las teológicas como las otras, civiles y militares, es que, hablando claramente y con la cara frente al sol, no llegaron a comerlo, apenas lo mordieron, por eso nosotros estamos como estamos, sabiendo tanto del mal, y del bien tan poco.
Avergonzarse y arrepentirse de los errores cometidos es gesto que se espera de cualquier persona bien nacida y de sólida formación moral, y Dios, que indiscutiblemente nació de sí mismo, está claro que nació de lo mejor que había en su tiempo. Por estas razones, las de origen y las adquiridas, después de haber visto y comprendido lo que pasa por aquí, no tuvo más remedio que clamar mea culpa, mea máxima culpa, y reconocer las exorbitantes dimensiones de su error. Es cierto que, y para que esto no se considere un continuo mal hablar del creador, existe (subsiste) el hecho (incontestable) que, cuando Dios decidió expulsar del paraíso terrenal, por desobediencia, a nuestra primera madre y nuestro primer padre, ellos a pesar de su falta imprudente, iban a tener toda la tierra a su disposición, para que en ella sudaran y trabajaran según quisieran. Sin embargo, y por desgracia lastimosamente, otro error en las previsiones divinas no tardó en manifestarse, y ése mucho más grave que todo lo que hasta ahí venía sucediendo.
Fue el caso que estando ya la tierra poblada de hijos, hijos de hijos e hijos de nietos de nuestra primera madre y de nuestro primer padre, unos cuantos de ésos, olvidados de que, por ser la muerte de todos, la vida también debería serlo, se pusieron a trazar líneas en el suelo, a clavar unas estacas, a levantar unos muros de piedra, después de anunciar que, a partir de ese momento, estaba prohibida (palabra nueva) la entrada en los terrenos que así quedaron delimitados, bajo pena de un castigo, que según los tiempos y costumbres, podría ser de muerte o de prisión, o de multa, o nuevamente de muerte. Sin que hasta hoy se haya sabido porqué, y gente hay que afirma que estas responsabilidades no pueden ser cargadas a las espaldas de Dios, aquellos nuestros antiguos parientes que por allí andaban, habiendo presenciado la expoliación y escuchado el insólito aviso, no sólo no protestaron contra el abuso de transformar en particular lo que hasta entonces había sido de todos, sino que creyeron que era ése el irrefragable orden natural de las cosas el que por entonces se comenzaba a hablar. Decían ellos que si el cordero vino al mundo para ser comido por el lobo, (según se podía concluir de la simple verificación de los hechos de la vida pastoril), es porque la naturaleza quiere que haya siervos y haya señores, que éstos manden y aquellos obedezcan, y que todo lo que no sea así, será llamado subversión.
Puesto ante todo estos hombres reunidos, ante todas estas mujeres, ante todos estos niños (sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra, así les fue mandado), cuyo sudor no nacía del trabajo que no tenían, sino de la agonía insoportable de no tenerlo, Dios se arrepintió de los males que había hecho y permitido, hasta el punto de que, en un arrebato de contrición, quiso mudar su nombre por otro más humano. Hablando a la multitud, anunció: “A partir de hoy no me llamaréis justicia”. Y la multitud le respondió “Justicia ya tenemos y no nos atiende”. Dijo Dios: “Siendo así, tomaré el nombre de derecho”. Y la multitud volvió a responderle: “Derecho ya tenemos, y no nos conoce”. Y Dios respondió “En ese caso me quedaré con el nombre de Caridad, que es un nombre bonito”. Dijo la multitud: “No necesitamos caridad, lo que queremos es una justicia que se cumpla y un derecho que se respete”. Entonces Dios comprendió que nunca tuvo, verdaderamente, en el mundo que creía ser suyo, el lugar de majestad que había imaginado, que todo fue, finalmente, una ilusión, que también él había sido víctima de engaños, como aquellos de los que se estaban quejando las mujeres, los hombres y los niños y , humillado, se retiró a la eternidad. La penúltima imagen que vio fue la de los fusiles apuntados a la multitud, el penúltimo sonido estaba lleno de gritos y lágrimas.
Las estatuas de cristo de cualquier lugar, deberían desaparecer, se lo debió haber llevado Dios cuando se retiró a la eternidad, porque de nada ha servido colocarlo como imagen. Ahora, en su lugar, se debe instalar cuatro enormes paneles o panfletos vueltos hacía las cuatro direcciones de Colombia y del mundo, y todos, en grandes letras, diciendo lo mismo: UN DERECHO QUE RESPETE, UNA JUSTICIA QUE CUMPLA.
Maria Fernanda Guerrero Sará.
Confession Blues
Quisiera adivinar la primera vez que sus oídos captaron un sonido. Mi imaginación (que se puede llegar a ser considerarada espuria) hace correr el tiempo hacia atrás y, anacrónicamente tiene la osadía, en una revolucionaria línea de desvío en contra de lo científicamente demostrado y con la licencia que le otorga la poesía para hacer gala de la imaginación , de afirmar que ocurrió antes de que naciera, antes de que iniciara aquel conteo de la vida llamado edad, en el vientre de su madre, al escuchar la digestión y la lucha biológica de los alimentos, el llamado del hambre emitido por el estomago, vecino de su principal hogar literalmente humano.
Por medio de un sonido demostró su primera queja llena de inconformismo y miedo al venir al mundo, al abandonar sus oídos los sonidos del estomago y reemplazarlos por las miles de voces en diferentes tonos. Al abrir su pequeña boca de bebe, y emitir su primer sonido expresado en un llanto, sintió que aquellos seres a su alrededor trataban de mitigar de cualquier forma aquel sonido, corriendo a calmar y contentar su pequeño ser. Escucho una voz: El más hermoso sonido jamás captado por sus pequeños oídos, acompañado de un cálido abrazo, un “te amo”, aquel “vida mía” enlazado con una manos suaves que cargaban su pequeño cuerpo. Así aprendió sobre los sonidos desafinados emitidos por el llanto, cargados de impaciencia, tristeza y egocentrismo, y aquellas notas impregnadas de dulces palabras,(sin saber la denominación impuesta por la lengua y dialecto que le asigno su destino). Las sabía notas dulces, acordes llenos de altruismo. Pensaba que si la felicidad emitiera un sonido, de seguro fuera ese.
Y así, luego que su cuerpo creció y sus oídos reconocieron la sucesión de los instantes, escucho sus primeras sinfonías: La primera carcajada, el silbido del viento, el susurro de las olas bajo el vuelo de las gaviotas. Aprendió que el silencio, de igual forma que el sonido, también posee sentimientos impresos, que permiten que los sonidos de la conciencia sean escuchados con atención. El silencio también quiere ser escuchado, también posee una opinión sobre la vida que debe ser escuchada y tenida en cuenta. El tiempo posee un sonido, las horas emiten notas, aquel tic –tac del reloj es el instrumento musical que utiliza el Dios Crono. Solo la audición, así como el olfato, poseen la licencia de acomodar el tiempo y el presente, y hacer mudanza del tiempo hacia un pasado que habita en la memoria. El anacrónico y el cronofagico no poseen mejor máquina del tiempo que la música.
Todavía no vislumbraba los motivos para llorar, pero ya había empezado a oír el lamento del mundo. El mundo para el, desde los siete años, era un lugar oscuro, pero pensaba que los seres humanos, si no eran ciegos, parecían serlo o llevaban con ellos todo el tiempo gafas oscuras, y afirmaba que los seres humanos veían pero no observaban, oían, pero no escuchaban. En cambio el, por medio de los sonidos no ve el mundo, pero lo escucha, lo vive. Su escucha había captado definitivamente las fulgurantes claridades de sonido y de sentido que se resguarda bajo la opacidad que es consecuencia fatal que algunos humanos poseen al no ver lo que se mira y de la rutina indiferente del habla y de las superfluas palabras.
Y así, empezó a componer alegrías, para dejar a un lado los sonidos de la tristeza y el llanto.
Con permiso, realizaré mi respectivo viaje anácronico escuchando "What'd I Say".
Maria Fernanda Guerrero Sará.
Por medio de un sonido demostró su primera queja llena de inconformismo y miedo al venir al mundo, al abandonar sus oídos los sonidos del estomago y reemplazarlos por las miles de voces en diferentes tonos. Al abrir su pequeña boca de bebe, y emitir su primer sonido expresado en un llanto, sintió que aquellos seres a su alrededor trataban de mitigar de cualquier forma aquel sonido, corriendo a calmar y contentar su pequeño ser. Escucho una voz: El más hermoso sonido jamás captado por sus pequeños oídos, acompañado de un cálido abrazo, un “te amo”, aquel “vida mía” enlazado con una manos suaves que cargaban su pequeño cuerpo. Así aprendió sobre los sonidos desafinados emitidos por el llanto, cargados de impaciencia, tristeza y egocentrismo, y aquellas notas impregnadas de dulces palabras,(sin saber la denominación impuesta por la lengua y dialecto que le asigno su destino). Las sabía notas dulces, acordes llenos de altruismo. Pensaba que si la felicidad emitiera un sonido, de seguro fuera ese.
Y así, luego que su cuerpo creció y sus oídos reconocieron la sucesión de los instantes, escucho sus primeras sinfonías: La primera carcajada, el silbido del viento, el susurro de las olas bajo el vuelo de las gaviotas. Aprendió que el silencio, de igual forma que el sonido, también posee sentimientos impresos, que permiten que los sonidos de la conciencia sean escuchados con atención. El silencio también quiere ser escuchado, también posee una opinión sobre la vida que debe ser escuchada y tenida en cuenta. El tiempo posee un sonido, las horas emiten notas, aquel tic –tac del reloj es el instrumento musical que utiliza el Dios Crono. Solo la audición, así como el olfato, poseen la licencia de acomodar el tiempo y el presente, y hacer mudanza del tiempo hacia un pasado que habita en la memoria. El anacrónico y el cronofagico no poseen mejor máquina del tiempo que la música.
Todavía no vislumbraba los motivos para llorar, pero ya había empezado a oír el lamento del mundo. El mundo para el, desde los siete años, era un lugar oscuro, pero pensaba que los seres humanos, si no eran ciegos, parecían serlo o llevaban con ellos todo el tiempo gafas oscuras, y afirmaba que los seres humanos veían pero no observaban, oían, pero no escuchaban. En cambio el, por medio de los sonidos no ve el mundo, pero lo escucha, lo vive. Su escucha había captado definitivamente las fulgurantes claridades de sonido y de sentido que se resguarda bajo la opacidad que es consecuencia fatal que algunos humanos poseen al no ver lo que se mira y de la rutina indiferente del habla y de las superfluas palabras.
Y así, empezó a componer alegrías, para dejar a un lado los sonidos de la tristeza y el llanto.
Con permiso, realizaré mi respectivo viaje anácronico escuchando "What'd I Say".
Maria Fernanda Guerrero Sará.
viernes, 26 de marzo de 2010
Conclusiones de un "mensaje malpensado".
Ante una mujer talentosa, el hombre corriente se pone a la defensiva, tal como olfatean los animales la presencia de un depredador. Algunos hombres creen, al fin que una mujer dedicada a desentreñar los misteriso de la naturaleza no es un ejemplo digno de imitaciòn, sino un peligro digno de cuidado, y no entienden como diablos puede acceder al conocimiento "una especie inferior". Ante una mujer talentosa, el hombre corriente se pone a la defensiva, hiende al aire con las aletas de la nariz y husmea en busca del enemigo, tal como olfatean los animales la presencia de un depredador. Los endrocinòlogos sostienen que esa amargura que expelen los hombres proviene de la bilis, un humor amargo y verdoso que segrega el hìgado, (aunque yo creo que su origen es màs bien espiritual que òrganico). Ustedes han visto a lo largo de su vida, que los hombres siempre pretenden ponerse socarrones con una mujer, o acomplejarla con pullas, con sarcasmos, cuando sospechan que es màs inteligente que ellos. Basta con que este mejor preparada, el corazòn se les pone corrosivo, como el lìquido murìatico, que deberìa disolverles su propia lengua .
El ejemplo màs frecuente lo sufri hace pocos dìas. (ya sea con mis compañeros de clase, lo cual es menos excusable), o con la gente que tropiezo en la escasa vida social por cosas del destino (cada vez màs escasa).
Cuando un hombre ( El de mi historia, màs especificamente hablando) se entera que mi tarea cotidiana consiste en escribir con palabras elaboradas la vida, y de que en este momento estoy enfrascada en eso, lo primero que hace es poner una indiscreta cara de perplejidad, y a continuaciòn traza una lìnea divisoria entre el y yo. Rompe relaciones diplomàticas conmigo y me declara las hostilidades. Bien visto, creo que en mi caso es una simple ironìa de la vida.
Lo cierto es que si yo dispusiera de tiempo y paciencia para aplicarle a ese insoportable comportamiento masculino el mètodo deductivo que el sabio Mendel recomendaba con tanto entusiasmo a sus discìpulos, y los principios que rigen la vida en manada, es decir, en zoociedad, podria llegar a terminos generales a la siguiente conclusiòn, basandome en la segunda ley universal de la ecuaciòn simple:
i llllll VM x 2. Lo que significa que la ignorancia es proporcional a la vanidad masculina multiplicada por dos. La vanidad es un desperfecto exclusivo de la maquinaria masculina, del mismo modo que el orgullo es la gran arma femenina (mi arma), el ariete demodelor que destroza cuanta muralla se le oponga. Cabe decir que las murallas del centro històrico han sobrevivido milagrosamente.
H-M = O i . El hombre de mi historia se aturde, confundido con sus propias espuelas, si por casualidad llega a tropezarse en los rincones o sitios virtuales con una mujer màs erudita que el promedio que està habituado en su vida cotidiana. Lo màs triste es que no se requiere que ella tenga un talento descomunal (utilizando como excusa el argumento poco probado de que es una copia); solo se necesita que sea màs ingenioso que èl. Se le ve tan indefenso que se convierte, como defensa propia, en un cero a la izquierda.
Al fi y al cabo, que mas "musos" podemos tener nosotras las mujeres, si la naturaleza instintiva sexual no nos coloca màs opciones?...
Puede que el machismo sea una instituciòn informal. El feminismo tambièn lo es. Pero a partir de las actuales conclusiones llego a la osada afirmaciòn de que "el universo no es màs que una sucesiòn de eventos insignificantes y dispersos". Y que el màs insignificante de todos, sigue siendo, desde luego, el hombre.
El ejemplo màs frecuente lo sufri hace pocos dìas. (ya sea con mis compañeros de clase, lo cual es menos excusable), o con la gente que tropiezo en la escasa vida social por cosas del destino (cada vez màs escasa).
Cuando un hombre ( El de mi historia, màs especificamente hablando) se entera que mi tarea cotidiana consiste en escribir con palabras elaboradas la vida, y de que en este momento estoy enfrascada en eso, lo primero que hace es poner una indiscreta cara de perplejidad, y a continuaciòn traza una lìnea divisoria entre el y yo. Rompe relaciones diplomàticas conmigo y me declara las hostilidades. Bien visto, creo que en mi caso es una simple ironìa de la vida.
Lo cierto es que si yo dispusiera de tiempo y paciencia para aplicarle a ese insoportable comportamiento masculino el mètodo deductivo que el sabio Mendel recomendaba con tanto entusiasmo a sus discìpulos, y los principios que rigen la vida en manada, es decir, en zoociedad, podria llegar a terminos generales a la siguiente conclusiòn, basandome en la segunda ley universal de la ecuaciòn simple:
i llllll VM x 2. Lo que significa que la ignorancia es proporcional a la vanidad masculina multiplicada por dos. La vanidad es un desperfecto exclusivo de la maquinaria masculina, del mismo modo que el orgullo es la gran arma femenina (mi arma), el ariete demodelor que destroza cuanta muralla se le oponga. Cabe decir que las murallas del centro històrico han sobrevivido milagrosamente.
H-M = O i . El hombre de mi historia se aturde, confundido con sus propias espuelas, si por casualidad llega a tropezarse en los rincones o sitios virtuales con una mujer màs erudita que el promedio que està habituado en su vida cotidiana. Lo màs triste es que no se requiere que ella tenga un talento descomunal (utilizando como excusa el argumento poco probado de que es una copia); solo se necesita que sea màs ingenioso que èl. Se le ve tan indefenso que se convierte, como defensa propia, en un cero a la izquierda.
Al fi y al cabo, que mas "musos" podemos tener nosotras las mujeres, si la naturaleza instintiva sexual no nos coloca màs opciones?...
Puede que el machismo sea una instituciòn informal. El feminismo tambièn lo es. Pero a partir de las actuales conclusiones llego a la osada afirmaciòn de que "el universo no es màs que una sucesiòn de eventos insignificantes y dispersos". Y que el màs insignificante de todos, sigue siendo, desde luego, el hombre.
Ni los sufrimientos acabaron, ni la felicidad comenzò.
“La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo fue, anuncia lo que será”
Colombia, así como América y cualquier otro sitio en el mundo, no posee un sentido sólo, es en si misma indefinible, porque nunca podrá ser tomada como algo fijo o simplemente estable. El sentido que Colombia tiene para los colombianos, (cuando el paisaje, la cultura, su economía, su estructura social, sus costumbres eran abismalmente diferentes de los de hoy), no es el mismo que vivimos actualmente, pero no se puede negar que es una cadena y un proceso que se complementa a través de la historia, de los antecedentes, de los relatos de nuestros antecesores y abuelos, y que ayuda a explicar las actuales circunstancias en las que nos encontramos insertos.
No hay dudas: las coincidencias, las simetrías, no son una invención de espíritus que se remontan hasta el origen de los hechos. En realidad, no hay objetividad, ni visión del ser, sin una aproximación al momento histórico y a la época concreta. La economía solo será verdadera y útil si está integrada en el proceso histórico y si ofrece una interpretación de esos procesos. Si la historia del mundo es la historia de dios hecho hombre (según Marx y Hegel), pues viajemos hacía ella, y procuremos actualmente evitar los errores ya cometidos.
Ni los sufrimientos acabaron ni la felicidad comenzó. Y a estas horas, frase por frase, palabra por palabra, ¿Cuántos pueblos indígenas en el mundo en todas partes, no leerían hoy estas páginas como el ensayo de su dolor y de su inmortal esperanza? Y mientras tanto dejamos a los indígenas, entregados a su destino, considerando que lo hecho está hecho y ya no tiene remedio ni mejora.
Por esa razón, el propósito de estas líneas, tomando como base la historia y su proceso abyecto , tiene como objetivo explicar por medio de una conclusión el impacto de cada una de las instituciones a lo largo de la historia en la población indígena, hasta nuestros días. Se podría citar el siguiente artículo de la prensa colombiana (puesto que lo considero conforme al fin de este ensayo): Desalentadoras noticias acerca de los indígenas colombianos han inundado una página del periódico del espectador hace unos pocos días atrás. Como consecuencia de las múltiples violaciones, asesinatos y desplazamientos forzados, Amnistía internacional ha llegado a la conclusión de que los indígenas de nuestro país han empezado su proceso de extinción. “Los indígenas sufren cada vez más ataques en Colombia. Se les está matando y amenazando, se les está obligando a participar en el conflicto armado y se les está echando de sus tierras” . 1.
El ministro del interior de nuestro país, Fabio Valencia Cossio, ha sacado a relucir a los medios de comunicación sus aclaraciones, por medio de una explicación de su ya antiguo proceso y buenos alcances logrados en materia social y económica para las mismas poblaciones. Desea que las cosas no tengan la trascendencia merecida, según su opinión, es una falacia generada de un mal error generado por Amnistía Internacional. Mientras tanto, ¿dejaremos que se corra el riesgo de que así pueda suceder, y cometer los mismos errores de las ya desaparecidas comunidades indígenas? Y esto no sucede sólo en las disputas aéreas de la política y la economía. Las industrias culturales de nuestro tiempo, vienen reduciendo a los grupos indígenas a un mero papel de figurantes, conduciéndolos a un primer grado de invisibilidad y de inexistencia. Podría citarse como ejemplo que en las pasadas elecciones, las comunidades indígenas y negras fueran las menos mencionadas, sin inclusive (así sucedió en algunas mesas de votación) tener un folleto a la hora de la votación y poca información acerca de los candidatos representantes a las mismas.
“Recuerdo la América de Voltaire. Habitada por indios perezosos. Bacon, Montesquieu, Hume, y Boden se negaron a reconocer como semejantes a los “hombres degradados”del nuevo mundo. Hegel habló de la impotencia física y espiritual de América y dijo que los indígenas habían padecido el soplo de América”. 2.¿Tiempos pasados? ¡No!. ¡Tiempos actuales! los indígenas Awa son cazados como fieras, vendidos y esclavizados en razón de la tierra, de la guerra interna y de los grupos guerrilleros. Sin embargo, casi todos los colombianos tenemos sangre indígena, y no nos cansamos de componer canciones, poemas, vallenatos y discursos en homenaje al alma wayuu, arahuaca y Awa, Y dejamos pasar por alto este informe de amnistía internacional, y no reclamamos las injusticias hechas para con las mismas comunidades?.
Acercándonos un poco más al profeta llamado historia, La encomienda, la mita y el resguardo ha tenido repercusiones en estas comunidades. No hay ejemplo más contundente y próximo que la población Awa (los cuales habitan una zona selvática del departamento de Nariño). Lo más sorprendente es pensar que tal belleza cultural, comenzó no existiendo. “Su territorio, se ha visto afectado por los auges mineros, las guerras civiles, los procesos de colonización ganadera, maderera y de cultivos ilícitos, además de las grandes obras de infraestructura como la carretera hacia el mar. A partir de los años sesenta, cuando se intensificó la llegada de colonos, mineros y extractores de aceites de palma, muchos indígenas tuvieron que reiniciar los procesos migratorios” . 3.
La tierra siempre ha sido razón de los más graves conflictos sociales. Desde siempre las sociedades (me permito la osadía de llamarlas sociedades primitivas) luchan por la tierra, por el oro y por la acumulación personal. Los grandes contrastes entre los países subdesarrollados y los desarrollados pueden tener su explicación por medio de la tierra: Los países en América Latina, que más gozaban de atractivos en recursos naturales y riquezas, terminaron siendo en nuestros días, las regiones más pobres de América. El ejemplo más sobresaliente son las actuales “ruinas” de Potosí (deseada por su plata), las minas de guantamilica, y lo sucedido con Minas Gerais en Brasil.
Ya lo había comentado una vez William Ospina en el “País de la canela”, en su historia acerca de los españoles que llegaron al río amazonas en busca de canela y recursos naturales y minerales, muestra descriptiva y literaria acerca de la conquista del Perú. : “Y el mundo de los incas vivió con espanto la profanación de su rey. Para los invasores era la muerte de un rey bárbaro, pero para los incas era el sacrificio de un dios, el Sol se apagaba en el cielo, los cimientos de las montañas se hundían, una noche más grande que la noche se instalaba en las almas. Y aún más grave que la muerte del rey fue esa fiesta insolente, cuando los invasores arrasaron sala por sala, muerto por muerto y trono por trono la memoria del reino. Un caudal de talismanes y embrujos, de sabidurías y rituales fue obliterado, y siglos de piadosas reliquias se convirtieron en fardo de saqueadores, en rapiña, en riqueza. Aquel día no sólo descubrí que éramos poderosos y audaces, descubrí que éramos crueles y que éramos ricos, porque los tesoros de los incas ahora formaban parte del botín de mi padre y de sus ciento sesenta y siete compañeros de aventura.” 4.
No queda en este mundo espacio para los “nadie” (denominación de Galeano)5. , excepto si consiguen ser admitidos en el club de lo ricos, y los que pudiendo algunas veces haber sucedido por meritos propios, depende la mayoría de las veces de las conveniencias ajenas, como lo sucedió con el resguardo cuyo único y verdadero fin de que los indígenas no desaparecieran. Los indígenas y los pobres están hechos porque si, porque están hechos de otra sustancia, como decía la monstruosa Bernarda de García Lorca.
Las instituciones se deben respetar como leyes que permiten un orden social. Pero muchas veces fue (y ha sido) utilizada como adorno incongruente y excusa mediática para lograr los fines de aristócratas y religiones. Las instituciones deben ser respetadas con el fin de ser un medio humano, justo, social y ético, sin excluir a nadie. Si una de las instituciones a través de la historia se ha dado fin para dar paso a otra institución mucho más estructural izada (por ejemplo, de la esclavitud se pasa a la encomienda, de la encomienda se paso a ser mita, de la mita paso a ser resguardo, del mercantilismo pasamos al capitalismo, etc.), se debe dar fe y demostrar el cambio efectivo y justo de la misma, pero desgraciadamente en la historia que ha quedado escrita se ha dado a entender que el único medio en que se han basado las sociedades ( nuevamente me tomo la osadía de llamarlas primitivas), es el fin económico injusto, la acumulación de beneficio propio, y la lucha por la tierra. Ojala, las instituciones organizadas actualmente luchen por la justicia, la igualdad de oportunidades, por la legalidad y la dignidad.
Ser hombre es solamente un medio. Ser humano es el fin.
Maria Fernanda Sagbini Sarà. ______________________________________________. http://www.elespectador.com/articulo189235-amnistia-internacional-dice-indigenas-colombianos-corren-riesgo-de-desaparecer.2. Eduardo Galeano. “las venas abiertas de América latina” 1976.3 . http://www.todacolombia.com/etnias/gruposindigenas/awa.html4.. William Ospina. El país de la canela. 2008.5 . Poema: “Los nadie” Eduardo Galeano.
Colombia, así como América y cualquier otro sitio en el mundo, no posee un sentido sólo, es en si misma indefinible, porque nunca podrá ser tomada como algo fijo o simplemente estable. El sentido que Colombia tiene para los colombianos, (cuando el paisaje, la cultura, su economía, su estructura social, sus costumbres eran abismalmente diferentes de los de hoy), no es el mismo que vivimos actualmente, pero no se puede negar que es una cadena y un proceso que se complementa a través de la historia, de los antecedentes, de los relatos de nuestros antecesores y abuelos, y que ayuda a explicar las actuales circunstancias en las que nos encontramos insertos.
No hay dudas: las coincidencias, las simetrías, no son una invención de espíritus que se remontan hasta el origen de los hechos. En realidad, no hay objetividad, ni visión del ser, sin una aproximación al momento histórico y a la época concreta. La economía solo será verdadera y útil si está integrada en el proceso histórico y si ofrece una interpretación de esos procesos. Si la historia del mundo es la historia de dios hecho hombre (según Marx y Hegel), pues viajemos hacía ella, y procuremos actualmente evitar los errores ya cometidos.
Ni los sufrimientos acabaron ni la felicidad comenzó. Y a estas horas, frase por frase, palabra por palabra, ¿Cuántos pueblos indígenas en el mundo en todas partes, no leerían hoy estas páginas como el ensayo de su dolor y de su inmortal esperanza? Y mientras tanto dejamos a los indígenas, entregados a su destino, considerando que lo hecho está hecho y ya no tiene remedio ni mejora.
Por esa razón, el propósito de estas líneas, tomando como base la historia y su proceso abyecto , tiene como objetivo explicar por medio de una conclusión el impacto de cada una de las instituciones a lo largo de la historia en la población indígena, hasta nuestros días. Se podría citar el siguiente artículo de la prensa colombiana (puesto que lo considero conforme al fin de este ensayo): Desalentadoras noticias acerca de los indígenas colombianos han inundado una página del periódico del espectador hace unos pocos días atrás. Como consecuencia de las múltiples violaciones, asesinatos y desplazamientos forzados, Amnistía internacional ha llegado a la conclusión de que los indígenas de nuestro país han empezado su proceso de extinción. “Los indígenas sufren cada vez más ataques en Colombia. Se les está matando y amenazando, se les está obligando a participar en el conflicto armado y se les está echando de sus tierras” . 1.
El ministro del interior de nuestro país, Fabio Valencia Cossio, ha sacado a relucir a los medios de comunicación sus aclaraciones, por medio de una explicación de su ya antiguo proceso y buenos alcances logrados en materia social y económica para las mismas poblaciones. Desea que las cosas no tengan la trascendencia merecida, según su opinión, es una falacia generada de un mal error generado por Amnistía Internacional. Mientras tanto, ¿dejaremos que se corra el riesgo de que así pueda suceder, y cometer los mismos errores de las ya desaparecidas comunidades indígenas? Y esto no sucede sólo en las disputas aéreas de la política y la economía. Las industrias culturales de nuestro tiempo, vienen reduciendo a los grupos indígenas a un mero papel de figurantes, conduciéndolos a un primer grado de invisibilidad y de inexistencia. Podría citarse como ejemplo que en las pasadas elecciones, las comunidades indígenas y negras fueran las menos mencionadas, sin inclusive (así sucedió en algunas mesas de votación) tener un folleto a la hora de la votación y poca información acerca de los candidatos representantes a las mismas.
“Recuerdo la América de Voltaire. Habitada por indios perezosos. Bacon, Montesquieu, Hume, y Boden se negaron a reconocer como semejantes a los “hombres degradados”del nuevo mundo. Hegel habló de la impotencia física y espiritual de América y dijo que los indígenas habían padecido el soplo de América”. 2.¿Tiempos pasados? ¡No!. ¡Tiempos actuales! los indígenas Awa son cazados como fieras, vendidos y esclavizados en razón de la tierra, de la guerra interna y de los grupos guerrilleros. Sin embargo, casi todos los colombianos tenemos sangre indígena, y no nos cansamos de componer canciones, poemas, vallenatos y discursos en homenaje al alma wayuu, arahuaca y Awa, Y dejamos pasar por alto este informe de amnistía internacional, y no reclamamos las injusticias hechas para con las mismas comunidades?.
Acercándonos un poco más al profeta llamado historia, La encomienda, la mita y el resguardo ha tenido repercusiones en estas comunidades. No hay ejemplo más contundente y próximo que la población Awa (los cuales habitan una zona selvática del departamento de Nariño). Lo más sorprendente es pensar que tal belleza cultural, comenzó no existiendo. “Su territorio, se ha visto afectado por los auges mineros, las guerras civiles, los procesos de colonización ganadera, maderera y de cultivos ilícitos, además de las grandes obras de infraestructura como la carretera hacia el mar. A partir de los años sesenta, cuando se intensificó la llegada de colonos, mineros y extractores de aceites de palma, muchos indígenas tuvieron que reiniciar los procesos migratorios” . 3.
La tierra siempre ha sido razón de los más graves conflictos sociales. Desde siempre las sociedades (me permito la osadía de llamarlas sociedades primitivas) luchan por la tierra, por el oro y por la acumulación personal. Los grandes contrastes entre los países subdesarrollados y los desarrollados pueden tener su explicación por medio de la tierra: Los países en América Latina, que más gozaban de atractivos en recursos naturales y riquezas, terminaron siendo en nuestros días, las regiones más pobres de América. El ejemplo más sobresaliente son las actuales “ruinas” de Potosí (deseada por su plata), las minas de guantamilica, y lo sucedido con Minas Gerais en Brasil.
Ya lo había comentado una vez William Ospina en el “País de la canela”, en su historia acerca de los españoles que llegaron al río amazonas en busca de canela y recursos naturales y minerales, muestra descriptiva y literaria acerca de la conquista del Perú. : “Y el mundo de los incas vivió con espanto la profanación de su rey. Para los invasores era la muerte de un rey bárbaro, pero para los incas era el sacrificio de un dios, el Sol se apagaba en el cielo, los cimientos de las montañas se hundían, una noche más grande que la noche se instalaba en las almas. Y aún más grave que la muerte del rey fue esa fiesta insolente, cuando los invasores arrasaron sala por sala, muerto por muerto y trono por trono la memoria del reino. Un caudal de talismanes y embrujos, de sabidurías y rituales fue obliterado, y siglos de piadosas reliquias se convirtieron en fardo de saqueadores, en rapiña, en riqueza. Aquel día no sólo descubrí que éramos poderosos y audaces, descubrí que éramos crueles y que éramos ricos, porque los tesoros de los incas ahora formaban parte del botín de mi padre y de sus ciento sesenta y siete compañeros de aventura.” 4.
No queda en este mundo espacio para los “nadie” (denominación de Galeano)5. , excepto si consiguen ser admitidos en el club de lo ricos, y los que pudiendo algunas veces haber sucedido por meritos propios, depende la mayoría de las veces de las conveniencias ajenas, como lo sucedió con el resguardo cuyo único y verdadero fin de que los indígenas no desaparecieran. Los indígenas y los pobres están hechos porque si, porque están hechos de otra sustancia, como decía la monstruosa Bernarda de García Lorca.
Las instituciones se deben respetar como leyes que permiten un orden social. Pero muchas veces fue (y ha sido) utilizada como adorno incongruente y excusa mediática para lograr los fines de aristócratas y religiones. Las instituciones deben ser respetadas con el fin de ser un medio humano, justo, social y ético, sin excluir a nadie. Si una de las instituciones a través de la historia se ha dado fin para dar paso a otra institución mucho más estructural izada (por ejemplo, de la esclavitud se pasa a la encomienda, de la encomienda se paso a ser mita, de la mita paso a ser resguardo, del mercantilismo pasamos al capitalismo, etc.), se debe dar fe y demostrar el cambio efectivo y justo de la misma, pero desgraciadamente en la historia que ha quedado escrita se ha dado a entender que el único medio en que se han basado las sociedades ( nuevamente me tomo la osadía de llamarlas primitivas), es el fin económico injusto, la acumulación de beneficio propio, y la lucha por la tierra. Ojala, las instituciones organizadas actualmente luchen por la justicia, la igualdad de oportunidades, por la legalidad y la dignidad.
Ser hombre es solamente un medio. Ser humano es el fin.
Maria Fernanda Sagbini Sarà. ______________________________________________. http://www.elespectador.com/articulo189235-amnistia-internacional-dice-indigenas-colombianos-corren-riesgo-de-desaparecer.2. Eduardo Galeano. “las venas abiertas de América latina” 1976.3 . http://www.todacolombia.com/etnias/gruposindigenas/awa.html4.. William Ospina. El país de la canela. 2008.5 . Poema: “Los nadie” Eduardo Galeano.
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