Ante una mujer talentosa, el hombre corriente se pone a la defensiva, tal como olfatean los animales la presencia de un depredador. Algunos hombres creen, al fin que una mujer dedicada a desentreñar los misteriso de la naturaleza no es un ejemplo digno de imitaciòn, sino un peligro digno de cuidado, y no entienden como diablos puede acceder al conocimiento "una especie inferior". Ante una mujer talentosa, el hombre corriente se pone a la defensiva, hiende al aire con las aletas de la nariz y husmea en busca del enemigo, tal como olfatean los animales la presencia de un depredador. Los endrocinòlogos sostienen que esa amargura que expelen los hombres proviene de la bilis, un humor amargo y verdoso que segrega el hìgado, (aunque yo creo que su origen es màs bien espiritual que òrganico). Ustedes han visto a lo largo de su vida, que los hombres siempre pretenden ponerse socarrones con una mujer, o acomplejarla con pullas, con sarcasmos, cuando sospechan que es màs inteligente que ellos. Basta con que este mejor preparada, el corazòn se les pone corrosivo, como el lìquido murìatico, que deberìa disolverles su propia lengua .
El ejemplo màs frecuente lo sufri hace pocos dìas. (ya sea con mis compañeros de clase, lo cual es menos excusable), o con la gente que tropiezo en la escasa vida social por cosas del destino (cada vez màs escasa).
Cuando un hombre ( El de mi historia, màs especificamente hablando) se entera que mi tarea cotidiana consiste en escribir con palabras elaboradas la vida, y de que en este momento estoy enfrascada en eso, lo primero que hace es poner una indiscreta cara de perplejidad, y a continuaciòn traza una lìnea divisoria entre el y yo. Rompe relaciones diplomàticas conmigo y me declara las hostilidades. Bien visto, creo que en mi caso es una simple ironìa de la vida.
Lo cierto es que si yo dispusiera de tiempo y paciencia para aplicarle a ese insoportable comportamiento masculino el mètodo deductivo que el sabio Mendel recomendaba con tanto entusiasmo a sus discìpulos, y los principios que rigen la vida en manada, es decir, en zoociedad, podria llegar a terminos generales a la siguiente conclusiòn, basandome en la segunda ley universal de la ecuaciòn simple:
i llllll VM x 2. Lo que significa que la ignorancia es proporcional a la vanidad masculina multiplicada por dos. La vanidad es un desperfecto exclusivo de la maquinaria masculina, del mismo modo que el orgullo es la gran arma femenina (mi arma), el ariete demodelor que destroza cuanta muralla se le oponga. Cabe decir que las murallas del centro històrico han sobrevivido milagrosamente.
H-M = O i . El hombre de mi historia se aturde, confundido con sus propias espuelas, si por casualidad llega a tropezarse en los rincones o sitios virtuales con una mujer màs erudita que el promedio que està habituado en su vida cotidiana. Lo màs triste es que no se requiere que ella tenga un talento descomunal (utilizando como excusa el argumento poco probado de que es una copia); solo se necesita que sea màs ingenioso que èl. Se le ve tan indefenso que se convierte, como defensa propia, en un cero a la izquierda.
Al fi y al cabo, que mas "musos" podemos tener nosotras las mujeres, si la naturaleza instintiva sexual no nos coloca màs opciones?...
Puede que el machismo sea una instituciòn informal. El feminismo tambièn lo es. Pero a partir de las actuales conclusiones llego a la osada afirmaciòn de que "el universo no es màs que una sucesiòn de eventos insignificantes y dispersos". Y que el màs insignificante de todos, sigue siendo, desde luego, el hombre.
viernes, 26 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario